El
antagonismo
entre
la
solidaridad
social
y
la
creación
de
mercados
El
“primer
piso
del
desarrollo”
tal
como
lo
ha
definido
Braudel1
(1980,
citado
por
Favreau,
2002b,
p.
66-67),
se
trataría
de
una
economía
de
sobrevivencia
y
de
subsistencia
cuando
una
barriada
se
inicia.
La
solidaridad
juega
entonces
un
papel
central.
Así,
la
hipótesis
del
historiador
peruano
Alfonso
Klauer
sobre
la
generalización
de
las
prácticas
de
reciprocidad
en
las
antiguas
civilizaciones
basadas
en
la
agricultura
deviene,
por
analogía,
aplicable
a
la
realidad
de
una
nueva
barriada.
El
autor
considera
que
las
prácticas
solidarias
lucen
casi
‘naturales’
en
un
medio
en
igualdad,
donde
no
hay
clases
sociales
distintas
y
la
reciprocidad
deviene
indispensable
y
sin
sustituto
en
el
sembrado,
las
cosechas
y
la
construcción
de
las
primeras
viviendas
(Klauer,
2003,
p.
162-164).
En
el
caso
de
las
barriadas,
el
sembrado
y
las
cosechas
son
equivalentes
a
los
trabajos
comunitarios
al
inicio
de
una
habilitación
urbana
de
un
terreno
desprovisto
de
servicios
de
base
y
de
infraestructura.
Siguiendo
el
paralelo
con
Braudel,
a
medida
que
la
barriada
crecía,
las
actividades
devenían
más
complejas
y
es
así
que
se
muestran
los
primeros
signos
de
“diferencias
de
clase
social”.
La
economía
de
mercado
local
emerge
como
el
segundo
piso.
Es
el
momento
propicio
a
la
aparición
de
nuevas
tendencias
en
la
economía,
aunque
la
solidaridad
permanecerá
vigente
en
algunos
espacios,
será
cada
vez
menos
importante
en
el
contexto
de
la
comunidad.
Así,
la evolución hacia una economía de mercado podría ser inevitable y
el tercer piso de Braudel llamado “economía-mundo”, en el caso
de una barriada que se ha convertido en una nueva ciudad emergente,
será un proceso de integración con otros mercados emergentes, con
el mercado llamado “moderno” de la metrópoli más cercana e
incluso el mercado regional o nacional y, por consiguiente, el
mercado mundial.
En
el proceso de transformación de una barriada en nueva ciudad
emergente, siguiendo las etapas de desarrollo de Braudel, apreciamos
el supuesto antagonismo entre la solidaridad y el mercado. Es
posible repensar este antagonismo notando la oposición entre estos
dos enfoques según tres pares de conceptos:
1.- “La
lucha
contra
la
pobreza”
versus
“la
creación
de
riqueza”
2.- “La
teología
de
la
liberación”
versus
“la
teología
de
la
prosperidad”
3.- “La
solidaridad
social”
versus
“la
creación
de
mercados”.
Veamos
más
de
cerca
estos
seis
conceptos
asociados
de
dos
en
dos.
En
el
pensamiento
de
“la
lucha
contra
la
pobreza”,
la
investigación
sobre
las
experiencias
de
desarrollo
local
comunitario
indica
una
fuerte
relación
con
los
principios
de
la
economía
solidaria.
Contrariamente
a
ello,
a
partir
de
la
experiencia
de
desarrollo
local
y
la
economía
popular
en
Senegal,
Sambou
Ndiaye
afirma
que
el
éxito
no
se
obtiene
luchando
contra
la
pobreza,
sino
sobre
todo
trabajando
en
una
perspectiva
de
creación
de
riqueza:
Las
[iniciativas
económicas
populares]
IEP
oscilan
entre
la
dinámica
de
la
lucha
contra
la
pobreza
y
la
de
la
creación
de
riqueza
[…]
las
IEP
parecen
ser
víctimas
de
una
herencia
así
como
de
una
visión
que
reserva
la
creación
de
riqueza
a
lo
privado
y
a
las
instituciones
públicas
[…]
las
formas
más
apropiadas
de
cooperación
al
desarrollo
serán
aquellas
que
tendrán
éxito
en
[…]
orientarse
más
hacia
una
perspectiva
de
creación
de
riqueza
que
hacia
una
de
lucha
contra
la
pobreza,
con
un
acento
particular
en
actividades
productivas
(Ndiaye,
2003,
p.
56-64,
nuestra
traducción)
En
relación
a
la
religión,
en
el
mismo
texto
mencionado
anteriormente,
Favreau
y
Fréchette
(2002b,
p.
12)
comentan
el
rol
que
los
militantes
cristianos
han
jugado
en
materia
de
formación
de
líderes
en
el
proceso
de
desarrollo
de
los
organismos
comunitarios,
en
el
marco
de
las
nuevas
tendencias
de
la
Iglesia
Católica,
tales
como
la
doctrina
social
de
la
iglesia
y
la
teología
de
la
liberación
(de
inspiración
marxista,
una
distorsión
según
sectores
conservadores
de
la
Iglesia,
quienes
la
han
rechazado).
Pero
en
los
últimos
años,
habría
emergido
otra
corriente
religiosa
no
católica
(al
menos
en
sus
inicios)
que
se
llama
“teología
de
la
prosperidad”
y
que
pone
énfasis
en
la
responsabilidad
individual.
En
un
estudio
sobre
las
barriadas
de
Haití,
Jean
Goulet
señala:
Los
pobres
de
las
barriadas
le
dan
la
espalda
al
catolicismo
y
se
adhieren
masivamente
al
mensaje
de
la
teología
de
la
prosperidad
[...]
considerada
como
de
inspiración
norteamericana,
podría
resumirse
en
la
frase
siguiente:
Dios
nos
ha
provisto
de
recursos
y
nosotros
tenemos
la
responsabilidad,
con
su
ayuda,
de
ponerlos
a
producir
(Goulet,
2004,
p.
5,
nuestra
traducción).
En
lo
que
concierne
al
tercer
par,
con
el
desarrollo
de
las
barriadas
y
sus
transformaciones,
la
importancia
económica
relativa
de
las
nuevas
ciudades
se
incrementa.
Así,
el
acceso
al
crédito
que
era
imposible
antes,
salvo
con
los
esfuerzos
solidarios
a
pequeña
escala
de
organismos
no
gubernamentales
y
de
redes
sociales
de
ayuda
mutua
entre
amigos
y
parientes,
es
ahora
una
realidad
con
la
aparición
de
un
mercado
rentable
de
crédito
popular
gracias
al
trabajo
de
las
“Cajas
de
Ahorro
y
Crédito”
e
incluso
de
los
bancos
denominados
“tradicionales”
(CMACAQP,
2003,
p.
11).
Hablamos
entonces
de
“nuevos
mercados”.
Las
practicas
de
solidaridad
social
y
de
democracia
participativa
devienen
algo
menos
presentes
según
la
opinión
de
ciertos
sectores
de
la
población.
Las
ideas
de
De
Soto
son
confirmadas
en
parte,
al
menos
en
referencia
a
cierta
casuística:
[en
1980]
las
evidencias
demostraron
que
lo
que
la
gente
deseaba
era
una
propiedad
privada
y
que
su
interés
por
modelos
socializados
de
comunidad
era
más
bien
retórico
(De
Soto,
1986,
p.
55)
Otra
opinión,
escéptica
y
crítica,
sobre
las
prácticas
de
desarrollo
local
comunitario
basadas
en
la
solidaridad
y
la
ayuda
mutua
es
dada
por
Mario
Polèse:
[…]
todo
el
mundo,
o
casi
todo,
invoca
el
desarrollo
local.
Como
fórmula
de
promover
una
causa,
debemos
hablar
de
un
éxito
envidiable
de
marketing
[…],
mis
intenciones
a
propósito
del
desarrollo
local
serán
muy
críticas.
Es
verdad
que
los
antiguos
creyentes
son
a
veces
los
más
duros
[…]
el
desarrollo
local
es
presentado
como
un
modelo
alternativo
al
modelo
neoliberal,
base
segura
del
valor
comunitario
de
ayuda
mutua,
por
oposición
a
los
valores
individualistas
de
competencia
salvaje
[...] el
desarrollo
local
[...]
está
presente
como
una
idea
de
izquierda
[...]
[Como]
el
sueño
socialista
no
ha
funcionado
a
nivel
de
la
nación
[...]
[debemos]
construirlo
a
nivel
de
las
regiones,
de
las
comunidades
[...]
el
sueño
de
un
modelo
de
desarrollo
construido
sobre
valores
alternativos
es
terco:
ha
encontrado
un
nuevo
espacio
de
expresión
(Polèse,
1996,
p.
321-335,
nuestra
traducción).
1
Este investigador ha desarrollado la tesis de una economía a tres
pisos o niveles en la historia: 1.- Una economía de subsistencia,
el ‘rez-de-chaussée’ (planta baja) o primer nivel, que es una
economía básicamente informal; 2.- Una economía de mercado local,
el « segundo piso »; 3.- Una economía-mundo, en el piso
superior.
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