La
economía
popular
en
los
países
del
Sur
La
mayor
parte
de
los
sectores
populares
han
sido
reagrupados
en
las
barriadas
por
causa
de
un
complejo
fenómeno
de
segregación
espacial
en
las
ciudades
del
Sur.
Ellos
despliegan
sus
energías
en
actividades
productivas
y
comerciales
fuera
de
todo
marco
legal
o
con
algunos
pocos
componentes
‘formales’.
Ellos
se
propusieron
encontrar
una
manera
propicia
de
desarrollo
familiar
y
comunitario
haciendo
frente
a
un
medio
metropolitano
excluyente.
La
vida
económica
en
las
barriadas
de
los
países
del
Sur
se
desarrolla
sobre
todo
por
la
vía
de
la
economía
popular,
una
suerte
de
“otra
economía”.
Teniendo
en
cuenta
las
diversas
interpretaciones
dadas
al
término
“economía
popular”,
se
hace
necesario
precisar
las
definiciones
y
los
diferentes
términos
asociados.
Cattani
(2004,
p.
1-37)
describe
varios
componentes
de
aquello
que
llama
“la
otra
economía”;
para
él,
la
economía
popular
es
uno
de
esos
componentes.
Es
así
que
el
comercio
equitativo,
el
consumo
solidario,
la
economía
social,
las
cooperativas
de
trabajo,
la
economía
solidaria,
la
empresa
ciudadana,
las
finanzas
solidarias,
etc.,
representan
en
conjunto
aquello
que
él
llama
“la
alternativa”
frente
a
la
economía
de
la
globalización.
Sin
embargo,
la
controversia
subsiste
sobre
el
verdadero
rol
de
la
economía
popular
en
el
contexto
del
mundo
post-industrial.
Según
Favreau
y
Fréchette
(2002b,
p.
83),
la
emergencia
de
una
economía
llamada
‘popular’
se
apoya
sobre
las
relaciones
entre
vecinos
y
los
compromisos
asumidos
por
los
pobladores
frente
al
desafío
del
desarrollo
local
comunitario;
la
reciprocidad
se
confirma
como
la
manera
‘natural’
de
afrontar
el
rigor
de
las
condiciones
de
vida
de
una
barriada
que
acaba
de
formarse.
Poco
a
poco,
la
evolución
de
una
nueva
barriada
producirá
las
instituciones
necesarias
para
su
sostenibilidad.
La
Cátedra de Investigación Canadiense en Desarrollo de Colectividades
(CRDC por sus siglas en francés) da una definición de economía
popular muy ligada al desarrollo local:
La
noción
de
economía
popular
introduce
la
idea
de
que
hay
actividades
socioeconómicas
(pequeña
producción
mercantil)
que
no
están
inscritas
esencialmente
en
una
lógica
de
utilidades,
sino
sobre
todo
en
una
lógica
de
subsistencia
y
de
relaciones
sociales
de
reciprocidad
(familias
y
redes
vecinales),
así
como
también
en
una
lógica
de
producción
orientada
a
obtener
un
excedente,
no
a
partir
del
capital
de
un
propietario
privado,
sino
del
trabajo
hecho
en
común
por
algunos,
a
veces
muchos,
para
satisfacer
las
necesidades
básicas
de
una
familia
o
de
un
pequeño
grupo
de
trabajadores
(CRDC,
2007,
nuestra
traducción).
En
nuestra
opinión,
la
noción
de
la
CRDC
no
tiene
en
cuenta
la
evolución
de
las
empresas
populares
y
su
crecimiento,
un
fenómeno
que
viene
a
apoyar
la
idea
de
la
evolución
de
las
barriadas
y
la
emergencia
de
nuevas
ciudades.
En
pocas
palabras,
la
noción
de
la
CRDC
describe
claramente
la
aparición
de
un
tejido
empresarial
popular
en
una
barriada
donde
la
lógica
de
sobrevivencia
y
subsistencia
es
dominante,
pero
no
la
evolución
de
esta
economía
popular
hasta
convertirse
en
un
importante
pilar
del
desarrollo
local.
Por
su
parte,
Sarria
y
Tiribia
(2004,
p.
173)
proponen
una
definición
de
economía
popular
más
amplia
que
aquellas
dadas
por
Favreau
y
Fréchette
(2002b,
p.
83)
y
Cattani
(2004,
p.
1-37):
La
economía
popular
es
el
conjunto
de
actividades
económicas
y
prácticas
sociales
desarrolladas
por
los
sectores
populares
con
miras
a
garantizar,
a
través
de
la
utilización
de
su
propia
fuerza
de
trabajo
y
de
los
recursos
naturales
disponibles,
la
satisfacción
de
las
necesidades
básicas,
tanto
materiales
como
inmateriales
(Sarria
y
Tiribia,
2004,
p.
173)
La
estructura
de
la
economía
popular
(cuadro
1.1)
que
ha
sido
propuesta
por
Calcagni
y
Razeto
(1989),
citado
por
Nyssens
(1997,
p.
177)
y
por
Favreau
y
Fréchette
(2002a,
p.
100),
permite
aclarar
su
significado.
Cuadro
1.1 La
estructura
de
la
economía
popular
[del
Sur]
Fuente:
Calcagni
y
Razeto
(1989),
citado
por
Nyssens
(1997,
p.
177,
nuestra
traducción)
y
por
Favreau
y
Fréchette
(2002a,
p.
100,
nuestra
traducción)
El
cuadro
se
corresponde
con
la
definición
de
Sarria
y
Tiribia
(2004,
p,
173)
y
el
sentido
que
nosotros
damos
a
la
noción
de
economía
popular.
Las
iniciativas
extralegales
o
informales
individuales
pueden
convertirse
parcialmente
o
completamente
en
legales,
aunque
este
proceso
sea
largo
y
difícil.
La
economía
popular
y
solidaria
de
la
que
hablan
Favreau
y
Fréchette
está
en
la
primera
columna
(organismos
de
la
economía
popular)
y,
en
términos
de
solidaridad
familiar,
en
la
segunda
columna.
La
economía
social
y
solidaria
que
puede
ser
parte
de
la
economía
popular
fue
definida
en
el
segundo
encuentro
internacional
sobre
la
globalización
de
la
solidaridad
(Québec,
octubre
2001):
La
economía
social
y
solidaria
está
comprometida
en
la
elaboración
de
respuestas
innovadoras
a
los
problemas
hechos
evidentes
por
la
globalización.
Ella
participa
en
la
construcción
de
una
nueva
manera
de
vivir
y
de
pensar
la
economía.
Mediante
decenas
de
proyectos,
la
sociedad
civil
se
reconstruye
principalmente
por
el
movimiento
asociativo
de
los
países
del
Norte
y
del
Sur,
traduciendo
así
cada
uno
a
su
manera
la
aspiración
de
otra
globalización
[…]
La
economía
solidaria
se
apoya
en
la
cooperación,
la
ayuda
mutua
y
la
acción
colectiva.
Ella
coloca
la
persona
humana
en
el
centro
del
desarrollo
económico
y
social.
La
solidaridad
en
economía
reposa
sobre
un
proyecto
a
la
vez
económico,
político
y
social,
que
entraña
una
nueva
manera
de
hacer
política
y
de
establecer
las
relaciones
humanas
sobre
la
base
del
consenso
y
del
accionar
ciudadano
(CRDC,
2001,
Declaración
de
Québec,
nuestra
traducción)
Recordemos
que
el
componente
de
solidaridad
no
forma
parte
necesariamente
de
todas
las
actividades
de
la
economía
popular.
Es
el
caso
de
las
iniciativas
informales
individuales
y
de
las
pequeñas
empresas
familiares
sin
vínculos
con
organizaciones
comunitarias.
En
pocas
palabras,
la
economía
popular
cubre
muchas
actividades
económicas
con
un
carácter
más
o
menos
solidario,
pero
al
origen
siempre
con
el
objeto
de
enfrentar
el
problema
de
la
pobreza
extrema.
Así,
en
este
contexto,
el
rol
del
empresario
popular
se
confirma
fundamental
en
la
complejidad
del
fenómeno
de
“la
otra
economía”
y
más
específicamente
de
la
economía
popular.
Sin
embargo,
la
definición
de
empresario
popular
se
mantiene
difusa
a
pesar
de
su
utilización
frecuente
en
el
mundo
de
la
investigación,
de
las
finanzas
del
desarrollo
e
incluso
en
lo
cotidiano.
Paul
Maquet
(2004)
hace
alusión
a
las
características
étnicas
y
culturales
diciendo,
por
ejemplo,
que
las
empresas
populares
revelan
una
distancia
sociocultural
relativamente
pequeña
entre
el
empresario
y
su
fuerza
de
trabajo,
“lo
que
es
nuevo
en
el
Perú,
donde
el
empresario
tradicional
es
blanco,
de
cultura
occidental,
y
mantiene
una
relación
muy
distante
con
los
trabajadores”
(p.
7-8).
Además,
Maquet
(2004,
p.
9)
considera
que
la
percepción
que
los
empresarios
populares
tienen
de
la
categoría
‘empresario’
no
guarda
ninguna
relación
a
una
situación
de
clase.
Estos
conceptos
deben
adaptarse
a
la
realidad
latinoamericana
y
más
precisamente
a
la
realidad
de
las
barriadas.
Según
De
Soto,
la
adhesión
de
ciertos
actores
sociales
a
un
modelo
de
desarrollo
comunitario
sólo
durará
hasta
alcanzar
un
cierto
grado
de
bienestar,
de
dinamismo
económico
y
de
estabilidad
social,
lo
que
implica
a
su
vez
dirigirse
hacia
un
proceso
llamado
de
‘formalización’,
a
menudo
el
acceso
a
la
propiedad
formal
(De
Soto,
1986,
p.
60-61).
Así,
en
este
caso,
se
trata
de
iniciativas
populares
de
economía
informal
y
de
desarrollo
comunitario
que,
una
vez
alcanzado
un
mayor
desarrollo,
se
integran
a
una
lógica
más
individualista.
En
los
inicios
de
las
barriadas,
casi
todas
las
actividades
populares
son
extralegales
o
informales.
El
sector
informal
se
presenta
también
como
una
solución
eficaz
a
una
escasez
de
empleo
o
a
la
carencia
de
calificaciones
suficientes
[…]
el
sector
informal
encuentra
una
justificación
social
en
la
medida
que
asegura
el
mantenimiento
de
actividades
tradicionales,
confiere
a
ciertos
individuos
una
función
en
el
seno
de
la
sociedad
[…]
y
responde
a
las
necesidades
de
minorías
a
menudo
ignoradas
(Arellano,
Gosse
y
Verna,
1992,
p.
43,
nuestra
traducción).
Según
Sarria
y
Tiribia
(2004,
p.
183-184),
la
economía
popular
jugaría
un
rol
ambiguo
puesto
que
existen
ejemplos
donde
ella
“contribuye
a
la
implementación
del
proyecto
neoliberal,
basado
en
la
reestructuración
productiva
y
en
la
flexibilización
de
las
relaciones
entre
capital
y
trabajo”;
de
otro
lado,
según
Núñez
(1995),
citado
por
Sarria
y
Tiribia
(2004,
p.
184),
el
hecho
de
asociarse
en
organismos
de
economía
popular
autogestionaria
es
“la
única
manera
por
la
cual
los
productores-trabajadores-populares,
sin
convertirse
en
capitalistas,
podrán
emprender
una
estrategia
de
mercado
e
intentar
competir
con
el
capitalismo
y
su
economía
de
escala”.
En
suma,
la
economía
popular
es
al
principio
la
consecuencia
de
una
estrategia
de
sobrevivencia
de
los
sectores
excluidos
de
la
sociedad;
después,
puede
convertirse
en
todo
un
savoir-faire,
y
puede
encontrar
una
justificación
social
para
su
difusión
y
casi
su
perpetuación,
a
pesar
de
sus
eventuales
componentes
de
‘ilegalidad’.
Pero
también,
la
economía
popular
puede
convertirse
en
“la
base
de
un
nuevo
desarrollo”:
En
muchos
países
del
tercer
mundo,
una
parte
creciente
–y
a
menudo
mayoritaria-
de
la
población
trabaja
fuera
de
todo
marco
legal
… el
poderoso
sector
informal
de
los
países
pobres
del
tercer
mundo
puede
ser
la
base
de
un
nuevo
desarrollo
(De
Soto,
1994,
nota
del
editor,
nuestra
traducción)
La
urbanización
“demente”
(Favreau,
1997,
p.
422-423)
de
América
Latina
es
la
historia
común
y
corriente
de
todos
los
países
latinoamericanos.
Los
países
del
Sur
han
sufrido
el
proceso
de
urbanización
sin
una
industrialización
suficiente,
contrariamente
a
lo
sucedido
en
los
países
desarrollados.
Así,
en
los
países
ricos
se
trata
de
“una
urbanización
hacia
la
metropolización”
(Champagne,
2002,
p.
35),
y
en
los
países
pobres
de
la
metropolización
que
sucede
a
veces
en
paralelo
o
antes
de
la
urbanización
de
los
terrenos
en
la
metrópolis.
A
pesar
de
todo,
en
cada
uno
de
estos
países,
principalmente
en
América
Latina,
ha
emergido
un
sector
llamado
“moderno”,
pero
que
excluye
al
campesinado
y
a
los
obreros
pobres
o
en
desempleo
e
incluso
a
cierta
parte
de
la
clase
media
desfavorecida.
De
este
modo,
los
excluidos
que
son
puestos
fuera
de
la
“modernidad”,
llevados
hacia
la
periferia
de
las
metrópolis
latinoamericanas,
van
a
formar
parte
e
incluso
convertirse
en
protagonistas
de
un
fenómeno
político,
económico
y
social
extraordinario
que
ha
trastornado
profundamente
la
vida
de
cada
país
en
todos
sus
aspectos,
es
decir
el
llamado
“desborde
popular”
(Matos
Mar,
1988,
p.
17-19).
Retomamos
entonces
más
específicamente
la
emergencia
de
la
economía
popular
como
una
fuerza
cada
vez
más
importante
en
la
vida
económica
del
país.
Así,
la
economía
popular
es
“una
respuesta
popular
espontánea
y
creativa
ante
la
incapacidad
estatal
de
satisfacer
las
aspiraciones
más
elementales
de
los
pobres”
(Vargas
Llosa,
1986,
p.
xviii).
Veamos
ahora
los
diferentes
aspectos
de
la
economía
popular.
En
el
dominio
de
la
economía
llamada
“popular”,
otros
autores
además
de
Favreau
y
Fréchette
han
aplicado
diversos
enfoques
a
fin
de
abordar
mejor
su
complejidad
en
el
marco
de
la
dinámica
urbana,
principalmente
en
los
países
del
Sur.
Así,
Odile
Castel
(2003,
p.
4-5)
propone
desarrollar
una
nueva
grille
de
lectura
de
las
actividades
económicas
basadas
en
los
“motivos”
del
desarrollo
de
la
economía
para
consolidar
mejor
el
concepto
de
economía
popular
solidaria.
Por
su
parte,
Rob
Davies
(1979,
citado
por
Portes,
1981,
p.
230)
opta
por
analizar
las
relaciones
entre
la
informalidad
y
la
formalidad.
De
otro
lado,
Bromley
y
Gerry
(1979,
p.
3-26)
proponen
un
mejor
entendimiento
de
la
informalidad
a
partir
del
estudios
de
las
diferentes
categorías
de
empleos
‘informales’
o
casual-work.